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Benvinguts al blog de les biografies musicals relacionades amb JUDAS PRIEST.

La seva creació respon a la necessitat d' anar afegint noves dades que no es troben recollides en les actuals edicions en paper -tant a Judas Priest. Los dioses del metal (Quarentena Ediciones, 2008) com a Judas Priest. Los defensores de la fe (Quarentena Ediciones, 2012)-, així com informacions derivades de la seva publicació. Igualment vol servir de nexe entre l'autor i aquells lectors que vulguin expressar-li la seva opinió.

Su creación responde a la necesidad de ir añadiendo nuevos datos que no se encuentran recogidos en las actuales ediciones en papel
-tanto en Judas Priest. Los dioses del metal (Quarentena Ediciones, 2008) como en Judas Priest. Los defensores de la fe(Quarentena Ediciones, 2012)-, así como informaciones derivadas de su publicación. De la misma manera quiere servir de nexo de unión entre el autor y aquellos lectores que quieran expresarle su opinión.



13 de juny 2008

Entrevista a Renacer Eléctrico

MARC MILÁ HERNÁNDEZ: TOMANDO LA MEDIA A LOS CLÉRIGOS METALIZADOS

Puede la mirada de un parroquiano fervoroso hacer justicia al párroco de sus desvelos; o para dejarlo más claro, un seguidor acérrimo de los británicos Judas Priest sería capaz de contarnos su historia ofreciendo una mirada diferente a la par que realista. Pues en efecto, Marc Milà Hernández puede y lo hace con talento en uno de los últimos lanzamientos de Quarentena Ediciones.

Ante todo destacar para bien que tu mirada es totalmente crítica a lo largo de este estudio, siendo así duro pero justo; ahí está el caso de reconocer que Halford no parecía encontrarse en forma en cuanto a cuerdas vocales se refiere a su regreso con los Priest. ¿Cómo has hecho para poder mirar con la suficiente distancia la carrera de la banda declarando, como haces en la contraportada de la obra, que únicamente eres un fan? Es decir, el fanatismo por algo suele llegar a nublar la razón hasta ensalzar esa unidad cual algo insustituible. Me parece que has conseguido un recorrido bastante realista por la carrera de estos británicos. ¿Qué piensas de ello?

Es todo un elogio que pienses esto, ya que en muchas ocasiones me ha resultado muy difícil no ser extremadamente subjetivo. Pero como mínimo lo he intentado y he procurado ser lo más sincero posible, criticando cuando pensaba que no daban todo lo que de ellos se esperaba y elogiándolos cuando nos han hecho sentir con su música los tipos más felices del mundo. No cabe duda que el simple hecho de que Judas Priest tenga una carrera tan larga, te permite tener muchos aspectos para comparar, y cuando un disco, una gira o cualquier otro factor no se ajusta a aquellos elementos diferenciales por los que te has convertido a la fe metálica del sumo sacerdote, has de ser lo suficientemente honesto para no aceptar lo primero que te ofrecen. Por otro lado, el seguirlos durante casi veinticinco años te permite tener una perspectiva y un punto de vista que, aunque no merma la pasión y la visceralidad con la que vives todo lo que acontece en el universo Priest, sí que te permite racionalizar y relativizar todo lo que sucede.

Me han interesado las similitudes o casi hermanamientos que parecen formarse a lo largo de las páginas de “Judas Priest: Los Dioses Del Metal” con respecto a algunos trabajos discográficos del combo. Debo reconocer que siempre me pareció que “Killing Machine” y “British Steel” eran álbumes parejos (incluso por ofrecer sencillos aptos para la FM como “Take On The World” y “United”, respectivamente); igual pienso con respecto a “Screaming For Vengeance” y “Defenders Of The Faith”. ¿Piensas que en esos dos puntos de su carrera buscaron la estabilidad más allá del progreso?

Sí que es cierto que entre todas las obras publicadas en su dilatada trayectoria, sean estas dos parejas de plásticos los que guarden mayor relación, pero me gustaría hacer alguna puntualización. Respecto a “Killing Machine” y “British Steel” pienso que este primer trabajo que citas fue el último eslabón evolutivo que necesitaban para llegar a concebir el puñetazo sónico que representó el acero británico, un disco que conjuga una serie de elementos difícilmente repetibles y, que a mi modo de ver, acabó convirtiéndose en la piedra filosofal sobre la que se asienta el Metal tal y como lo conocemos ahora. Por lo que hace referencia a “Screaming For Vengeance” y “Defenders Of The Faith”, estoy totalmente de acuerdo contigo, además ellos así lo han atestiguado: con “Screaming For Vengeance” crearon una fórmula que les sirvió para hacerse con su primer disco de platino y con “Defenders Of The Faith” procuraron mantenerla, apostando más por la estabilidad que por la evolución. Pero no sólo lo consiguieron sino que la perfeccionaron hasta límites insospechados, creando el equilibrio perfecto entre melodía y fuerza, entre estribillos hímnicos y guitarras memorables fluyendo todo a través de una voz simplemente irrepetible.

En muchas ocasiones se ha querido meter a Judas Priest dentro del saco de la New Wave Of British Heavy Metal junto a bandas como Samson, Saxon, Tygers Of Pan Tang, Iron Maiden o los primeros Def Leppard de “On Through The Night”, cuando lo cierto es que ellos ya facturaban Rock psicodélico con ramalazos de la primera metalización cuando esa escena aún ni existía. ¿Cómo crees que influyeron los primeros escarceos musicales del conjunto en las posteriores propuestas que a finales de los setenta estallarían en la corriente del Hard Rock y primer Heavy Metal?

Pienso que Judas Priest, y quizás esto sea pasión de fan, siempre han mantenido un liderazgo latente entre el resto de bandas y creo firmemente que en su carrera hay, en cuanto a su discografía se refiere, cuatro momentos claves que serían: “Sad Wings Of Destiny”, “British Steel”, “Screaming For Vengeance/Defenders Of The Faith” y “Painkiller”. Con “Sad Wings Of Destiny” inspiraron a todas las bandas de la incipiente NWOHM; sus constantes combinaciones de pasajes llenos de luces y sombras, los agudos de Halford y la manera de tocar de Tipton y Downing, cautivaron al propio Rick Savage de Def Leppard (como él mismo atestigua en el video “Metal Works”). Con “British Steel” marcaron la senda a seguir por los grupos que como Metallica, Slayer o Anthrax capitanearían la escena metálica durante los últimos ochenta y los primeros noventa. Con “Screaming For Vengeance/Defenders Of The Faith” llevaron el Metal a cotas musicales y comerciales inimaginables en la que acabó siendo la época dorada del género (en aquellos años también se publicaron trabajos del calibre de “Powerslave”, “Metal Heart”, “Power & The Glory” y “Crusader”, sólo por citar algunos al azar). Finalmente con “Painkiller” logran recuperar el interés por el Heavy Metal que había ido perdiendo adeptos en favor del Thrash y de las fusiones varias. Igualmente se convirtió en el norte que buscaron seguidores y músicos cuando el Grunge desterró a este estilo a realizar la travesía del desierto más larga que jamás tuvo que vivir.

Siempre se entendió como lógico que Rob Halford plantease un proyecto como Fight tras caer rendido ante las geniales fechorías metálicas de Pantera, de los que se reconocía ferviente admirador. Algo parecido le pasaría a Paul Dianno con sus Killers y discos como “Menace To Society”. Las cuestiones e incógnitas llegan con la apuesta Two. ¿Cómo se entiende este cambio de chaqueta en favor de esas modernidades que jamás habían parecido del gusto de Rob? ¿Cuál es tu visión al respecto?

Sin dejar de lado la tendencia comercial imperante, en aquella época Rob barajaba hacer pública, y poco después así lo hizo, su condición homosexual y supongo que el hecho de mostrarse al mundo sin ningún tipo de máscara, afectó a todos los ámbitos de su vida. Así, y esto es una conjetura totalmente personal, supongo que la ruptura con un pasado que le había obligado a fingir un papel, también le llevó en caliente a dinamitarlo todo, tanto personal como musicalmente hablando (recordemos sus críticas despiadadas al género musical que propulsó junto a los otros miembros de Priest y que lo encumbraron a lo más alto), y a presentarse al mundo como un hombre que partía de cero, que cerraba un capítulo de su existencia y empezaba otro en el que no iba a permitir que ningún prejuicio o atadura le impidiera hacer nada que no le viniera en gana. Años después y con la perspectiva que da el tiempo, reconsideró la situación y decidió volver al redil del metal para ser de nuevo el metalgod al que todos hemos admirado.

Los amantes de la escuela más tradicionalista del Metal aborrecen un trabajo como “Turbo”, sin percatarse de que ese LP resulta una obra discográfica la mar de completa. Ya sólo por el hecho de poseer algo como “Out In The Cold” merece todos los parabienes imaginables. Igualmente pienso de aquel tour titulado como Fuel For Life. La majestuosidad de Halford en escena con una actitud totalmente teatral que acompaña a la perfección cada tonada, el montaje o la estética; no hay duda de su reorientación en favor del público norteamericano que en los ochenta disfrutaba igualmente del Heavy como del Adult Oriented Rock o del Glam Metal, pero bendito requiebro. Se adelantaron con valor para hacer un álbum con estilo, más digestivo para los neófitos pero sin perder el sello Priest. Esto queda perfectamente reflejado en el apartado que dedicas a esta etapa. ¿Te has encontrado con muchos fugados de la parroquia del Predicador tras escuchar dicho álbum? ¿Cómo resumirías esta grabación a alguien que jamás la hubiese oído?

En los años ochenta todo estuvo impregnado de una magia especial y las cosas se vivían de una forma bastante más extrema que ahora, no valían las medias tintas. No creo que se pueda hablar de mayor o menor pasión; pero sí es cierto que a diferencia de los noventa en los que todo se relativizó como consecuencia de las fusiones de otros estilos con el Heavy Metal, en 1986 conciliar el Metal con cualquier connotación que se pudiera interpretar como comercial, era poco más que una ofensa. Así cuando los Forjadores del Metal sacaron al mercado “Turbo” (el intento de crear el sonido de los noventa fusionando el Metal más clásico con el más comercial del AOR o el Glam) junto a su llamativo cambio de imagen, se les tachó de traidores, simple y llanamente. Curiosamente, después de recibir palos por todos lados (y aquí es donde se nota el liderazgo latente al que antes hacía referencia) fueron muchos los grupos que intentaron seguir la senda que Priest habían abierto: Saxon y “Rock The Nations”, Scorpions y “Savage Amusement” o Iron Maiden y “Somewhere In Time” fueron algunos. Personalmente es un disco al que le tengo un cariño especial porque fue el primero que me compré coincidiendo con su salida y lo escuché hasta la saciedad, disfrutando sobremanera con piezas como la tristemente relegada al más injusto de los ostracismos “Reckless” o la reivindicativa “Parental Guidance”. Creo que de los amiguetes que degustábamos juntos Metal en aquella época, todos renegaron de este trabajo. No deja de sorprenderme que cuando volvieron a tocar “Turbo Lover” en la gira de “Demolition” (más de quince años después de hacerlo por primera y única vez en Barcelona) el público enloqueció literalmente y se desgañito cantando el estribillo y botando durante toda la canción (algo impensable a finales de los ochenta). Pero volviendo a la segunda parte de la pregunta, a los que se acercan por primera vez Priest, les diría que no se trata de un disco clásico del combo, sino de una espléndida y controvertida obra que muestra la increíble y constante evolución musical en la que se mueve el grupo y con la que intentaron crear el sonido que debía comandar la década de los noventa.

En cuanto a tus vivencias como acólito de esta formación británica, ¿cuál ha sido el lugar más inverosímil o lejano al que te has desplazado para asistir a un espectáculo en directo de Judas Priest?

De mi primer concierto hizo ya veinte años el pasado 20 de mayo. Cuando más tarde presentaron “Painkiller” no pude verlos y desde aquel día me fijé como cruzada el viajar donde pudiera para presenciar sus actuaciones tantas veces como me fuera posible. Desde entonces, cuando confirman las fechas de una gira por territorio español, miro aquellas que caen cerca o en fin de semana y hago las maletas. Así, a parte de verles descargar todas las veces que han venido a Barcelona, mi ciudad, desde el 88, he conseguido verles varias en Madrid, y también en Zaragoza y Valencia. Los lugares más inverosímiles o lejanos quizá serían el Gods Of Metal de Milán (inverosímil por la gesta de viajar más de quince horas en autocar, pasarme las mismas de pie buscando un lugar estratégico para verlos en primera fila y justo después, otras quince horas de regreso) y hace relativamente poco en Londres en el marco del Teenager Cancer Trust, un festival benéfico para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer infantil. Y, evidentemente, este mes de junio espero saldar mi deuda por tierras vascas.

¿Y el fetiche más inesperado que nos podríamos encontrar en tu colección casera?

¡Uf! Esta pregunta sí que es complicada. Como cualquier fan se me podría considerar un poco freak. En casa tenía, hasta hace bien poco, un cartel colgado de la puerta de una habitación en el que rezaba: “Judas Priest Metal Museum”. Ya puedes imaginarte mi nivel de “enajenación me(n)tal”, como dice mi mujer. Entre todos sus trabajos, repetidos la mayoría en sus diferentes formatos, los “tropecientos” piratas, las fotos con ellos, los autógrafos, los pósteres promocionales, los carteles de gira y el merchandising oficial y no oficial, quizá una de las cosas que más sonrisas esboza entre la gente es una especie de troquelado, de más o menos un metro de alto –creo que los ingleses le llaman retail display–, de Rob montado a lomos de su motocicleta que apareció como promo de “Resurrection” y que conseguí gracias a la amistad que entablé con el dueño de una tienda de discos, que tristemente tuvo que cerrar. Lo peor del tema, es que esto es el cuento de nunca acabar. Siempre hay algo que te vuelves loco buscando y nunca encuentras: ya hace unos años que voy detrás del gusano fluorescente del single de “A Touch Of Evil” y no hay manera de hacerme con él.

Regresando a la historia del conjunto, ¿qué opinión te merecen los discos editados con Tim Owens? Para mí “Jugulator”, por ejemplo, es toda una joya que quedó como uno de los mejores discos compactos versados en la corriente metálica que se editaron en los noventa.
Ripper me parece un vocalista estratosférico, las giras protagonizadas por él insuperables y en sus shows he disfrutado como nunca. Los álbumes de estudio editados en esos años fueron, como marca la tradición de Judas Priest, fruto de su constante evolución y del interés por no perder comba, tomando elementos de las diferentes corrientes que en aquel momento estaban en boga y adaptándolas a su personal estilo. Muchas veces, correr este riesgo lleva implícito equivocarse.

Siguiendo con “Jugulator”, sorprende el amplio abanico que utiliza Judas Priest en cuanto a temáticas se refiere a la hora de configurar una u otra canción. Desde la pena de muerte hasta las abducciones alienígenas. Era casi un resumen de todos sus puntos fuertes a lo largo de los años en cuando a conceptos de letras, aunque en esta ocasión menos oníricos en su tratamiento y mostrando una crudeza desconocida en ocasiones.

Con “Jugulator” creo que hicieron un meritorio disco con canciones excelentes (recordemos sino la épica brutal de “Cathedral Spires”, para ilustrarlo con un ejemplo), pero ninguna de ellas me llega a emocionar como lo pueden hacer otras que se han ganado un sitio en mi metálico corazón. Respecto a lo que comentas de las letras (ciertamente mucho más crudas que antaño), no deja de ser curioso que este compendio de temáticas (álbum con personaje como “Painkiller”, “Sinner” o “Tyrant”, la actualización de su punto de vista del derecho a decidir una muerte digna planteado en “Beyond The Realms Of Death”, y ahora recuperado en “Brain Dead”, o las invasiones alienígenas de “Invader” puestas al día en “Abductors”, por citar algunos) fuera llevado a cabo por el equipo compositivo en el que faltaba Halford, que desde la edición de “British Steel” se había convertido en el máximo responsable de los textos de Priest. Por lo que atañe a “Demolition”, en cuanto a manera de sentir las canciones me pasa un poco lo mismo que con “Jugulator”. Es cierto que sin parecerme un buen disco (a pesar de que me han comentado que en el libro soy muy crítico con “Ram It Down” y demasiado benevolente con “Demolition”), con él buscaron abrirse nuevos horizontes entre las hornadas de seguidores del Nu Metal y el resultado no fue demasiado positivo (la dirección a seguir por parte de los miembros de Priest creó entre ellos mismos muchas dudas), aunque considero que “Feed On Me” y “Hell Is Home” son piezas poco valoradas. Por su parte “Meltdown” me parece brutal (el inicio todavía me pone los pelos de punta) y “Live In London”, comparativamente, me parece flojito y pensado para cumplir un contrato (si bien pienso que el DVD era necesario e imprescindible).

¿El delito de abusos sexuales cometido por Dave Holland piensas que llegó a afectar a los Priest? Es decir, ¿sufrió la banda ataques o críticas por el hecho de que Holland fuese durante bastantes años miembro oficial del conjunto? No hay que olvidar que Dave cometió el delito cuando ya no formaba parte de la agrupación. ¿Se sabe si ya había sido arrestado con antelación?

Pocos días después de que en enero de 2004 la prensa se hiciera eco de la condena a ocho años de prisión por los cargos de violación y agresión sexual a un menor discapacitado al que daba supuestas clases de batería, el grupo colgó una nota oficial en su web en la que se desmarcaba absolutamente de este personaje y venía a decir que su actual batería era Travis y que con el tal Holland hacía más de quince años que no tenían ningún tipo de contacto. Que yo sepa la banda no recibió críticas ni ataques porque este tipo hubiese sido su batería durante casi una década, y me parecería totalmente injusto que por culpa de los denigrantes actos de este degenerado hubiera ocurrido algo así. No tengo conocimiento que anteriormente a 2002 este instrumentista fuera detenido ni procesado por tan repugnantes hechos.

Tras la reunión de la banda que grabara “Painkiller”, y una vez editado “Angel Of Retribution”, Judas Priest se mete de lleno en una especie de ópera metálica sobre la vida de Nostradamus. Aunque parezca un gran reto, ¿no es realmente algo un poco manido? Sacar o basarse en las profecías de Michel de Nostredame para componer álbumes o canciones es algo que han utilizado una larga lista de grupos en la escena Rock, desde Thin Lizzy hasta mismamente Nikolo Kotzev, que editó en 2001 un trabajo conceptual doble narrando la vida del francés (en dicho lanzamiento ponían sus voces Glenn Hughes, Alannah Myles, Joe Lynn Turner, Jorn Lande o Doogie White). ¿Qué aspectos novedosos te parece que pueden aportar a estas alturas Ian, K.K. y compañía?

La verdad es que como muy bien dices el sacar un trabajo conceptual es todo menos original y más si se trata de un personaje tan manido como Nostradamus. Pero lo que también es cierto es que dentro del espectro de los Defensores de la Fe es algo totalmente novedoso, ya que se trata de la primera vez que lo hacen y supongo que el reto de crear una obra que concatene uno tras otro los momentos más significativos y claves de la vida de este visionario para relatarla, huyendo de referirse a sus trilladas profecías y predicciones, ha sido la motivación que les ha llevado a involucrarse en este proyecto, la simple idea de ir más allá de sus experiencias musicales anteriores. Pienso también que tampoco vamos a encontramos ante un clásico de los Sacerdotes, pero si la gira de presentación de invierno se desarrolla como ellos han ido dejando entrever con cuentagotas (con un montaje que sólo se puede ver en los teatros de Las Vegas), puede ser como mínimo para recordar. Respecto a las canciones, solamente he podido escuchar a día de hoy el single “Nostradamus” (me parece una muy buena composición, con unos agudos marca de la casa, un punteo que recuerda al de “Painkiller” y un intercambio de solos que te retrotraen a “Rapid Fire”), “Visions” (tiene un sonido que me recuerda a “Subterfuge”, y pese a contener un precioso estribillo no me acaba de decir mucho) y “War” (en mi opinión es muy ambiental, pero le falta más de todo). Por lo tanto poco más puedo decirte sobre lo que aportará “Nostradamus” a la comunidad metálica, de lo que sí estoy seguro es de que no va a dejar a nadie indiferente, y que como en todos los lanzamientos del grupo hará correr ríos de tinta. Pero estos repentinos virajes que puede considerarse como algo negativo, son los que les hacen ser grandes: quizá sea ese carácter imprevisible, el no ceñirse a su propio esquema lo que convierte cada trabajo en algo único y la razón por la que los miembros del grupo puedan considerarse unos creadores en el amplio sentido de la palabra.

Para terminar, y a modo de resumen de la epopeya que te marcaste para narrar este estudio sobre Judas Priest, ¿cómo te las pergeñaste para compilar tantos datos e información sobre las giras de la banda a lo largo de las décadas? Es algo que a muchos les llamará la atención.

Cuando te consideras fan de un grupo, quieres saber todo lo que sucede a su alrededor y tener todo lo que se publica sobre él. En mi caso iba recopilando todas las noticias y entrevistas que aparecían en las publicaciones especializadas (evidentemente a esta ardua tarea me ayudaban los familiares, amigos y conocidos que sabiendo de mi “enfermedad” me hacían llegar todo lo que caía en sus manos referido a los Dioses del Metal). Así fui haciéndome con una cantidad considerable de información que decidí convertir en algo parecido a un libro durante 1993. A lo largo de esos años, “el libro” era únicamente el hobby al que le dedicaba buena parte de los períodos vacacionales, y a esta búsqueda de datos se unió ahora un nuevo aliado: Internet, y fundido a este fenómeno, las brutales páginas de los auténticos fans de Priest diseminados por todo el planeta. Este proceso de trabajo fue desarrollándose así hasta la vuelta de Rob a Judas Priest en julio de 2003, momento que creí suficientemente significativo como para dar por acabada esta obra. Desde ese momento y hasta junio de 2007 todo quedó en un documento de Word. Finalmente a principios de octubre de ese mismo año y tras haber contactado con Quarentena Ediciones, decido traducir el libro al castellano (el texto original está escrito en catalán) y en ese proceso darle los últimos retoques y ampliarlo considerablemente, para entregárselo al editor en febrero de este 2008.

Pues puedes darte por satisfecho pues la criatura te ha salido de lo más interesante. ¿Algo más que añadir?

No querría despedirme sin agradecer a la revista digital “Renacer Eléctrico” la oportunidad que me habéis brindado y recordar que todos los beneficios derivados de los derechos de autor del libro, los destinaré a la obra social de la fundación de una conocida clínica oftalmológica de Barcelona. Es mi forma de rendir un tributo al grupo que me ha acompañado a lo largo de gran parte de mi vida.

Un bonito gesto, sin duda. Judas Priest puede estar orgulloso del estudio que este escritor (aunque sólo sea por esta vez) catalán le dedica desde un coleccionismo cargado de admiración y entrega a la banda que puso la “m” en la corriente Heavy Metal.

Sergio Guillén