Cada vez que voy a la sección de música de una librería me entran ganas de llorar. Siete volúmenes dedicados a los Beatles, doce al jodido Dylan, otros tantos a los Stones y The Doors, ... ¿Es que no hay nada más allá de estos nombres? De acuerdo, a base de buscar y rebuscar se puede dar con algún tomo que glose la historia de AC/DC, Ramones o Iron Maiden, pero, por lo general, es difícil encontrar lectura en castellano sobre artistas que no son los de siempre. Desafortunadamente, esta situación también se puede aplicar al extranjero. En mis primeros viajes, allá donde fuere me topaba con biografías de lo más interesantes (Meat Loaf, T.Rex, Black Sabbath, Iggy Pop,...), pero desde hace un tiempo apenas localizo alguna novedad que me llame la atención. Sin ir más lejos, en mi última incursión a Londres volví a tropezarme con los mismos títulos de un par de años atrás, y, lo que es más increíble, ¡ni siquiera habían bajado de precio! Aunque, para el caso, da lo mismo. Mi ritmo de lectura en inglés no es lo que podría definirse como vivace, sino más bien como adagio, y si sirve de ejemplo os diré que hace seis años adquirí The Dirt de Mötley Crüe y todavía no lo he acabado.
Pero el panorama es triste, no desalentador, y últimamente, gracias a la labor de editoriales como Quarentena y Lenoir, llegan a las estanterías algunos libros que merece la pena leer. El penúltimo en llegar a mis manos ha sido Judas Priest. Los Dioses Del Metal, un título necesario -visto el vacío que reinaba en las baldas dedicadas al Metal- e imprescindible si alguna vez has abrazado la religión de los Defensores de la Fe. Su autor, un Marc Milà Hernández salido de la nada (según reza en la contraportada jamás ha colaborado en medios gráficos), cuenta con pelos y señales los avatares del quinteto de Birmingham, demostrando rigor, amplios conocimientos de la banda y buenas maneras en la redacción. En total son 200 páginas de texto centradas en la biografía, a las que hay que sumar un suculento encarte fotográfico y unos extensos apéndices que recogen información diversa (discografía y videografía comentadas, colaboraciones, proyectos en solitario, lista completa de conciertos, y curiosidades de todo tipo). Lo único que echo en falta -y esto obedece más a una obsesión personal que a otra cosa- es algo de carroña amarillista. Y no me refiero a capítulos tan turbios como la acusación por inducción al suicidio, la sobredosis que casi acaba con Rob Halford a mediados de los 80's, la expulsión de Ripper Owens, o el vergonzoso affaire Dave Holland; no os preocupéis, estos temas se detallan ampliamente en el libro. El único punto que se ha quedado fuera y que, a mi juicio, merece obligada cobertura es la rumorología que se ha creado alrededor de la banda acerca de su supuesto salvajismo y desenfreno cuando están en la carretera. Espero que algún día el Correo de Popular 1 ponga algo de luz a este espinoso (y fascinante) episodio de drogas, alcohol y sexo (homo).
http://nonstoprocknroll.blogspot.com/2008/08/judas-priest.html
Pero el panorama es triste, no desalentador, y últimamente, gracias a la labor de editoriales como Quarentena y Lenoir, llegan a las estanterías algunos libros que merece la pena leer. El penúltimo en llegar a mis manos ha sido Judas Priest. Los Dioses Del Metal, un título necesario -visto el vacío que reinaba en las baldas dedicadas al Metal- e imprescindible si alguna vez has abrazado la religión de los Defensores de la Fe. Su autor, un Marc Milà Hernández salido de la nada (según reza en la contraportada jamás ha colaborado en medios gráficos), cuenta con pelos y señales los avatares del quinteto de Birmingham, demostrando rigor, amplios conocimientos de la banda y buenas maneras en la redacción. En total son 200 páginas de texto centradas en la biografía, a las que hay que sumar un suculento encarte fotográfico y unos extensos apéndices que recogen información diversa (discografía y videografía comentadas, colaboraciones, proyectos en solitario, lista completa de conciertos, y curiosidades de todo tipo). Lo único que echo en falta -y esto obedece más a una obsesión personal que a otra cosa- es algo de carroña amarillista. Y no me refiero a capítulos tan turbios como la acusación por inducción al suicidio, la sobredosis que casi acaba con Rob Halford a mediados de los 80's, la expulsión de Ripper Owens, o el vergonzoso affaire Dave Holland; no os preocupéis, estos temas se detallan ampliamente en el libro. El único punto que se ha quedado fuera y que, a mi juicio, merece obligada cobertura es la rumorología que se ha creado alrededor de la banda acerca de su supuesto salvajismo y desenfreno cuando están en la carretera. Espero que algún día el Correo de Popular 1 ponga algo de luz a este espinoso (y fascinante) episodio de drogas, alcohol y sexo (homo).
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