JUDAS PRIEST: LOS DIOSES DEL METALAutor: Marc Milà Hernández
Editorial: Quarentena Ediciones
Año de publicación: 2008
Editorial: Quarentena Ediciones
Año de publicación: 2008
Judas Priest tal vez sea, junto a Iron Maiden, uno de esos nombres que mejor representa entre el gran público los derroteros más metálicos del Rock. Seguramente muchos no tengan ni idea de cómo suenan las canciones del combo inglés, pero no se plantean cuestiones a la hora de catalogarlos. Heavy es la palabra que saldría de cualquiera al que preguntes por los citados paladines de las artes del riff. Tan es así que hasta en teleseries nacionales como “Cuestión De Sexo” se les cita. Por ello, un libro de tal envergadura como el aquí reseñado estaba claro que suscitaría suspicacias. Fuera miedos.
Un texto en la contraportada de “Judas Priest: Los Dioses Del Metal” reza lo siguiente sobre su autor Marc Milà Hernández: “No es escritor ni periodista [...]. Nunca ha colaborado en medios gráficos, jamás ha publicado nada ni ha estado involucrado en ningún proyecto musical”. Si esto es así, hay que reconocerle una ópera prima redonda en todos los sentidos. Sin ser excesivamente descriptivo, este escritor primerizo ha sabido captar en su estudio el ajetreo de una carrera artística kilométrica como la que han llevado hasta el momento los componentes de esta banda británica. Posiblemente se echen de menos más chascarrillos o anécdotas curiosas, que sin duda un grupo con el rodaje de los Priest las tiene, pero sin embargo Marc no pincha en hueso a la hora de narrar todas las vicisitudes discográficas por las que ha tenido que pasar (y en ocasiones chocar contra las mismas) el quinteto.
“Judas Priest: Los Dioses Del Metal” es un libro que va al grano, olvidando florituras que una obra de este tipo tampoco requiere. No es un estudio sociológico sobre las costumbres de sus colegas de profesión y contemporáneos en la escena musical, todo lo contrario. Aquí se expone, se analiza y se extrae un balance final sobre los bienes y males de tan magna agrupación. Así que siéntase nuevamente cual defensor de la fe en las tristes alas del destino utilizando a estas máquinas de matar y a su acero británico, gritando una vez más por esa venganza que se cobró en los años mozos. Desempolve de su discoteca casera las obras de Judas, el Sacerdote y téngalas a mano mientras lee este libro, no tardará en necesitar de complemento sonoro para su viaje por las letras de esta historia singular. Y qué duda cabe que, cuando un trabajo de tales características llega a dicha tesitura, va por el buen camino.
Sergio Guillén
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